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Bernardo O'Higgins, líder de la independencia chilena y primer jefe de estado chileno, y José de San Martín, general argentino y líder de la independencia sudamericana, se unieron por su deseo mutuo de liberarse de España.
Este deseo los unió en un “mandato de fraternidad” –un mandato fraternal que los sostuvo en el exilio– a través de una prolífica correspondencia. La suya fue una amistad que continuó hasta la muerte de O'Higgins en 1842.
Dos caminos y un destino
San Martín nació en la parte alta del valle del Río de la Plata, en lo que hoy es Paraguay, el 25 de febrero de 1778. Su padre fue el capitán Juan de San Martín, español de rango; su madre, sin embargo, era criolla y el hijo, quien no era enteramente de sangre española, fue clasificado como criollo.
O'Higgins nació en Chile, también en 1778. Era hijo ilegítimo de Ambrosio O'Higgins, marqués de Osorno, un oficial español nacido en Irlanda que llegó a ser gobernador de Chile y más tarde virrey del Perú, mientras que su madre fue Isabel Riquelme y Meza, de ascendencia noble.
O'Higgins era un liberal (en el sentido del siglo XIX) y admiraba el sistema constitucional británico; por otro lado, San Martín fue un soldado y un revolucionario. Se conocieron en Argentina a finales de 1814.
Los unía mucho más que su año de nacimiento. Ambos fueron discípulos de Francisco Miranda, el campeón venezolano de la independencia latinoamericana. Ambos liberaron a Chile (en la Guerra de Independencia de Chile) y aseguraron la emancipación del Perú.
El trono español fue derrotado en Sudamérica después de que O'Higgins y San Martín libraran la lucha... juntos.
Continuaron su vínculo en el exilio y su estrecha relación quedó documentada en la prolífica correspondencia que mantuvieron entre sí, interrumpida solo después de la muerte de O'Higgins.
Temían que sus cartas fueran interceptadas, así que, durante su exilio, San Martín en París y O'Higgins en Lima, crearon un lenguaje basado en números. O'Higgins y San Martín se contaban las desgracias y preocupaciones económicas de su exilio.
O'Higgins le escribió lo siguiente a San Martín a finales de 1828:
“Camarada y amigo, al más amado: no admiro la tenacidad, la ambición y la demagogia con que nos persiguen sin tregua, así como la inaudita ingratitud de casi todos los que, además de llevárselos, fuera del ultrajante yugo español, deben su existencia y su dicha a nuestros sacrificios y a nuestros extraordinarios esfuerzos, sin siquiera permitirnos descansar por nuestro carácter y benevolencia”.
En la Plaza Chile de Mendoza, Argentina, se erigió el Monumento a “Una Amistad Inmortal”, escultura creada por el artista chileno Lorenzo Domínguez Villar. Simboliza el vínculo entre O'Higgins y San Martín y el de Argentina y Chile: el legado de la hermandad de los dos grandes libertadores.
En una carta que O'Higgins le envió a San Martín a finales del siglo XIX, escribió:
“Es imposible ser feliz cuando vemos los males que aquejan a nuestra miserable América”.
Seguramente O'Higgins escribiría lo mismo hoy.
Por Susanne Ramírez de Arellano
Susanne Ramírez de Arellano es una escritora y crítica cultural que fue periodista, productora de televisión y directora de noticias. Vive entre San Juan y Nueva York y actualmente está haciendo su primer intento de escribir una novela.