Imagen cortesía de Nuestro Stories.
Flores mexicanas, pintado por Alfredo Ramos Martínez, es una magnífica obra de arte.
En lujosos azules, verdes y rosas, el cuadro representa a cuatro mujeres ricamente vestidas en un paisaje paradisíaco preñado de guirnaldas de flores. La obra es enorme, de nueve pies de alto por doce de ancho, y está encerrada en un marco elaboradamente tallado.
Alfredo Ramos Martínez, nacido en Monterrey, México, en 1871, fue pintor, muralista y educador, al que muchos consideran el “padre del modernismo mexicano”.
Una obra centrada en el pueblo y la cultura de México
Luego de ser reconocido como un joven artista de talento, Ramos Martínez se mudó a París en 1900, en donde estudió las obras de Paul Gaugin, Vincent Van Gough y Henri Matisse, entre otros. Después de varios años, expuso en uno de los salones parisinos más codiciados, el Salon d’Automne.
Regresó a México en 1910, justo cuando iniciaba la Revolución Mexicana. Ramos Martínez asumió el cargo de director de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Ciudad de México y creó las primeras escuelas al aire libre del país. Enseñó a sus alumnos a observar la vida cotidiana y construir a partir de ella.
Empezó a pintar Flores mexicanas cuando la revolución cambió México para siempre. Tardó 15 años en terminarlo y lo acabó en 1929, el mismo año en el que se trasladó con su familia a Los Ángeles.
Las mujeres del cuadro parecen despreocupadas, jóvenes y delicadas. Sin duda acomodadas, sus vestidos, zapatos y peinados son modernos y europeos. Es una escena lujosa, que recuerda a los cuadros de Maria Antonietta hechos por la pintora francesa Élisabeth Vigée Le Brun.
Incluso para el ojo inexperto, se puede ver la influencia que tuvo su estancia en París en esta obra en particular. El cuadro se ha interpretado como una representación de la diversidad racial de México y una metáfora de las cuatro estaciones.
Flores mexicanas fue uno de los últimos cuadros fuertemente influidos por los pintores europeos que había estudiado. A partir de entonces, Alfredo Ramos Martínez inició el estilo modernista que lo llevaría a la fama.
Pero el cuadro tenía una gran historia de amor detrás
Una vez terminado, el cuadro fue adquirido por el presidente mexicano Emilio Portes Gil, quien a su vez lo dio como regalo de bodas a los famosos aviadores Charles y Anne Lindberg en 1929.
La pareja se había enamorado de México. Probablemente, Portes Gil también quería impresionar al padre de Anne, el embajador de Estados Unidos en México Dwight Morrow.
Posteriormente, los Lindbergh donaron Flores mexicanas en fideicomiso a la Sociedad Histórica de Missouri, en donde permaneció almacenada. Sorprendentemente, su existencia cayó en el olvido durante décadas. ¡Un cuadro tan grande y tan magnífico!
El cuadro fue redescubierto recientemente, conservado y devuelto a la vista del público en 2019 por primera vez en 87 años.
Si alguna vez puedes verlo, no te lo pierdas. Es una obra maestra.
Por Susanne Ramírez de Arellano
Susanne Ramírez de Arellano es una escritora y crítica cultural que antes fue periodista, productora de televisión y directora de informativos. Vive entre San Juan y Nueva York y, en la actualidad, está haciendo su primer intento de escribir una novela.