Imagen cortesía de Nuestro Stories.
La Hacienda de Temixco, famoso y popular parque acuático mexicano con exuberantes jardines, ha sido descrito como un lugar bonito con un pasado que no lo es tanto.
Tan solo recientemente se reveló la verdad sobre este hito mexicano: fue un campo de concentración para los japoneses que vivían en México durante la Segunda Guerra Mundial.
De hacienda a campo de concentración
En 1617, la Hacienda de Temixco, a unos 100 kilómetros al sur de la Ciudad de México, empezó como un ingenio azucarero conocido como la “Hacienda de Nuestra Señora de la Concepción”. La hacienda creció y se amplió al invadir tierras indígenas.
Siglos más tarde, el sitio de la Hacienda de Temixco fue un puesto militar durante la Revolución Mexicana entre 1910 y 1917. Los zapatistas y las tropas federales lo usaron como fuerte y almacén de armas.
Luego, en 1941, cuando los japoneses atacaron la base naval estadounidense en Pearl Harbor durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos le pidió explícitamente al presidente Manuel Ávila Camacho que concentrara allí a los “ciudadanos peligrosos” de los países del Eje, Alemania, Japón e Italia. Estados Unidos y México expresaron su preocupación de que “agentes” de Alemania, Japón e Italia usaran las fronteras y costas mexicanas como base para atacar a naciones de América. El resultado fue que la Hacienda se convirtió en un campo de concentración para mexicanos de ascendencia japonesa.
Los inmigrantes japoneses, y sus descendientes, habitantes en los estados de Baja California, Sonora y Sinaloa, recibieron la orden de alejarse de sus hogares en la frontera y fueron llevados a la Ciudad de México y Guadalajara.
De hecho, se cree que, durante la guerra, alrededor de 600 hombres, mujeres y niños japoneses fueron internados en la Hacienda de Temixco, en casas de madera —una sección para familias y otra para hombres solteros— y con campos de arroz y berenjenas para comer.
Para asegurarse de que nadie pudiera salir, siempre había dos soldados apostados en la entrada del campo de concentración para mantener a todos adentro.
Una historia que nadie debería olvidar
Lo que ocurrió en la Hacienda se ha mantenido escondido durante mucho tiempo en la historia de México (algo muy parecido a la historia de los campos de concentración japoneses en la historia de Estados Unidos).
Rosita Urano, una de las sobrevivientes, quien de niña vivió en la Hacienda de Temixco durante la guerra, acaba de contar su historia.
Rosita, sus dos hermanos Alejandrina y Filemón, su padre Yashiro Urano y su madre María Hernández fueron enviados al campo de concentración, haciendo el viaje en tren. Mientras Yashiro trabajaba, María, la madre de Rosita, y las otras mujeres preparaban las comidas y le vendían nieves de frutas a la gente de la Hacienda. A Rosita y su familia nunca les dijeron por qué los habían obligado a abandonar su casa.
Hasta el día de hoy, Rosita y la familia Urano no han recibido una disculpa formal de México.
Por Susanne Ramírez de Arellano
Susanne Ramírez de Arellano es una escritora y crítica cultural que fue periodista, productora de televisión y directora de noticias. Vive entre San Juan y Nueva York y actualmente está haciendo su primer intento de escribir una novela.