Imagen: Cortesía de Nuestro Stories
“Con la que entiende de atole y metate, con esa cásate”, dice el refrán.
La tradición culinaria latinoamericana es rica no solo en ingredientes y recetas sino también en utensilios. Muchos de ellos, como el metate, son un legado directo de comunidades prehispánicas que ha sobrevivido siglos y sobrevive en la actualidad.
El metate (del náhuatl metlatl ) es una placa rectangular de piedra pulida que se usa para moler granos como el maíz o el cacao. El instrumento tiene tres o cuatro patas y un rodillo cilíndrico.
Suele estar fabricado con materiales duros, como piedra volcánica, con poca porosidad para evitar la contaminación de los sabores. También pueden estar hechos de terracota o roca metamórfica como el granito.
Este utensilio, que los investigadores remontan al año 3000 a. C., sobrevive hoy. Es muy común para preparar comidas tradicionales como moles y masa para tortillas. Es algo así como un molino inmortal.
El metate era símbolo de lujo en las culturas prehispánicas
Así como la licuadora es uno de los utensilios de cocina más comunes en la actualidad, también lo era el metate para las sociedades prehispánicas. Según el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, este instrumento era necesario para la economía de los hogares antes y después de la Conquista, pues facilitaba la producción de harina, salsas y tintes.
El sonido de las mujeres moliendo se convirtió en una metáfora del trabajo duro, la familia y la comunión alrededor del hogar.
El metate era tan importante que se adornaba con grabados para identificarlo e incluso formaba parte de la dote matrimonial.
El simbolismo de este utensilio era tal que romper uno significaba una afrenta a la familia.
Desde México hasta Belice, pasando por El Salvador, Honduras y Nicaragua, el metate es considerado uno de los instrumentos más antiguos de la historia de la humanidad. Y su simbolismo aún prevalece hoy.
La molienda como ritual comunitario
El metate se convirtió en un elemento central de la dinámica cultural prehispánica. Las mujeres indígenas solían reunirse alrededor del molino, ya que su trabajo requería mucho esfuerzo. El instrumento solía estar en el suelo, por lo que las mujeres se turnaban para agacharse para moler el maíz.
Incluso con la modernización de los instrumentos y la llegada de la electricidad, el metate sobrevivió. Aunque se convirtió en un símbolo de pobreza y marginación, muchas comunidades continuaron usándolo.
El metate sigue vivo hoy en las comunidades más profundas de México. Sigue siendo central en los hogares de las familias que labran el campo y ha pasado de ser un instrumento prehispánico a un símbolo de orgullo y nostalgia.
