Crédito: Lorin Granger/Fotógrafo de HLS
A finales de la década de 1960, la artista brasileña Teresinha Soares rompió las normas e incluyó en su arte los temas de género y los derechos y la libertad sexual de las mujeres.
Fue una de las primeras artistas femeninas latinoamericanas en hacerlo.
A través de lo femenino y lo erótico, Soares defendió la liberación de la mujer y también criticó la dictadura militar brasileña y la opresión de una sociedad patriarcal.
Para Teresinha Soares, el sujeto femenino es su vocabulario
“La mujer tiene que tener placer, deseo, sin delito y sin castigo. Tener el valor de mostrarse, de sentirse a la altura de un hombre, de cuestionar –incluidas sus zonas erógenas– la emancipación, el placer, el encuentro. Todo esto está presente en mi trabajo”, dijo una vez.
Teresinha Soares nació en Araxá, Minas Gerais, Brasil, en 1927, en una nación conservadora y católica donde las mujeres tenían poca voz.
Algunas de las tendencias de la década de 1960 influyeron en su arte, como el pop art global, el nouveau réalisme y la nueva objetividad brasileña. Habló de las mujeres a través de asuntos domésticos, los ciclos corporales femeninos, la sexualidad, la maternidad, la victimización y la desigualdad.
Soares también exploró cómo la política afectaba a la mujer, especialmente durante la dictadura militar brasileña de 1964 a 1985. Sentía que el hombre era un animal político y que la política influía en nuestras vidas, nuestro hogar, nuestros amigos y nuestro trabajo.
Su Caixa de Fazer Amor (Caja de hacer el amor) de 1967 celebra lo erótico y lo político en una obra de arte en colores pop que recuerdan al artista estadounidense Andy Warhol.
“Oh, mi caja de hacer el amor… todavía me divierto con ella. Empezó como una broma”, dijo Teresinha Soares en una entrevista sobre una exposición en un museo brasileño.
“Compré una máquina tico-tico, de madera, y la construí sin ninguna experiencia en carpintería. Muestra dos rostros que pueden ser dos seres casi besándose. Ambos pasan por una máquina trituradora y de ella emerge un gran corazón rojo”, dijo. “¡El amor es hermoso!”
La caja contiene dos corazones: uno grande de peluche dentro de la caja y un segundo, dividido por la mitad (pero con potencial para unirse) en la parte superior de la caja y formado por dos caras que parecen encajar, casi tocándose entre sí.
Inicialmente, el observador podía interactuar con el arte girando una manija conectada a un molino de viento que ponía en movimiento el corazón de peluche, imitando el latido del corazón de una persona enamorada.
La obra de Soares es caprichosa y, al menos para quien escribe esto, ilustra la comedia y las tribulaciones del enamoramiento.
“Mi arte siempre ha sido así: corpóreo”, dijo Soares en la entrevista. “Es como si hubiera nacido, como si hubiera dado a luz. Me llegó como un grito. Era una necesidad orgánica de saltar, mostrar, hablar y luchar por lo que creía que era correcto. Fue algo muy íntimo; Estaba muy apegado al arte”.
Teresinha Soares vive todavía y trabaja en Belo Horizonte, Brasil. Una de nuestros grandes artistas vivos, no te la puedes perder.