Imagen cortesía de Nuestro Stories.
Si creciste en los 90 –en realidad, si viviste en los 90 sin importar la edad– entonces sabes quién es Selena Quintanilla: fue la reina texana que logró alcanzar el éxito en la corriente principal de Estados Unidos.
Se convirtió en un éxito que cruzó las barreras del idioma cuando Dreaming of You, su álbum debut en spanglish, tuvo éxito en las listas y llegó a los hogares de los oyentes de todo el país y el mundo, una hazaña poco común para una latina en ese momento.
Selena se abrió camino en los corazones de las masas hasta que su vida fue trágicamente truncada por Yolanda Saldívar, la presidenta de su club de fans, quien la asesinó.
Si bien Selena nos enseñó muchas lecciones (será tu propia gente, tú siendo uno de ellos), uno de los legados que dejó fue la lección de que una latina puede tener éxito en Estados Unidos, pues ella pudo hacerlo sin perder quién era culturalmente.
Después de su muerte, Hollywood supo que el mundo querría escuchar su historia.
Una megaestrella de la música, que falleció antes de los 30 años a manos de una fan obsesionada y demasiado entusiasta convertida en confidente, un romance prohibido… la película prácticamente se escribió sola.
Dos años después de la muerte de Selena, salió la película biográfica de Gregory Nava. Durante los 127 minutos que duró la película, vimos florecer a una estrella ante nuestros ojos. Aparentemente saliendo de la nada, dejó una impresión duradera en todos los que la vieron, aunque, en este caso, la estrella a la que me refiero no es Selena.
Entra Jennifer López
Jennifer López, quien había pasado los inicios de su carrera como bailarina, sobre todo como Fly Girl en el exitoso programa de sketches de los 90 In Living Color, terminó superando a miles y miles de mujeres para el papel.
Era un papel que bastantes personas no creían que mereciera, siendo una de las mayores quejas que López no era mexicana y Selena sí. No importa cuán talentosa fuera o cuántas razones tuviera Nava para creer que ella era la indicada para interpretar a Selena, López estaba trabajando contra un déficit significativo.
Yo era casi un adolescente cuando Selena murió y era una gran admiradora de Selena, por lo que recuerdo vívidamente la reacción violenta que se produjo cuando a Jennifer López le dieron el papel.
Selena no solo dejó atrás un gran corpiño que llenar, sino que, en los años 90, los papeles protagónicos para las latinas eran pocos y espaciados. Se tomó como un insulto que una actriz mexicana/chicana no fuera elegida para el papel.
Las expectativas para el estreno de la película eran extraordinariamente altas y extremadamente bajas. Muchos entraron esperando que ella lo arruinara, asumiendo que saldrían de los cines con chismes para compartir y basura para hablar. En cambio, muchos salieron con lágrimas en sus rostros y una profunda admiración por López.
Jennifer López era Selena en esa película. Ella era tan Selena que durante la película hubo bastantes momentos en los que olvidé por completo que ella no era Selena, olvidé que Selena no estaba viva: López encarnaba el encanto alegre, el carácter dulce y el inmenso talento de Selena. Su energía fue cautivadora cuando López subió al escenario cinematográfico, imitando las actuaciones de Selena.
Los críticos, en su mayoría, estuvieron de acuerdo.
El papel le valió una nominación al Globo de Oro y muchos, incluido Nava, el director de la película, creyeron que debería haberle valido una nominación al Oscar.
La carrera de López, al igual que la de Selena, se disparó a la estratosfera desde allí. Desde el baile hasta la actuación y su eventual incursión en una carrera como cantante (¿el arte imita la vida, imita el arte?), López nunca ha dejado de allanarse el camino.
Olivia Monahan es una periodista, editora, educadora y organizadora chicana en Sacramento cuyo único objetivo es arrojar luz sobre historias de nuestras comunidades más impactadas y marginadas, pero, aún más importante, que esas historias humanicen a quienes normalmente quedan excluidos. Es finalista de la Beca Ida B Wells de periodismo de investigación 2022, miembro de Parenting Journalists Society y ha publicado en The Courier, The Sacramento Bee, The Americano y Submerge Magazine, entre otros.