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Baruj Benacerraf fue un científico visionario y brillante cuya enfermedad infantil lo inspiró a convertirse en un inmunólogo ganador del Premio Nobel.
Su innovador trabajo exploró las enfermedades que atacan el sistema inmunológico, como la esclerosis múltiple, y por qué afectan a algunas personas y a otras no.
Baruj Benacerraf, profesor emérito de patología comparada George Fabyan de la Universidad de Harvard y expresidente del Instituto del Cáncer Dana-Farber, murió en 2011, pero dejó un impresionante legado de trabajo. Tenía 90 años.
Una vida agitada, pero inspiradora
Nacido en Caracas, Venezuela, en 1920, Baruj Benacerraf era hijo de judíos sefardíes. Su padre nació en Marruecos y era importador de textiles, mientras que su madre nació en Argelia y era ama de casa.
La mayor parte de la infancia de Benacerraf transcurrió en París. Su familia se mudó allí cuando él solo tenía cinco años. Su padre compraba textiles en Francia y los revendía en Venezuela.
Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, su familia abandonó París y se instaló en la ciudad de Nueva York, porque era el centro del comercio textil estadounidense. En la escuela secundaria, Benacerraf comenzó una historia de amor que duraría toda su vida con la ciencia (una materia que no había estudiado en Francia). Se graduó de la licenciatura en biología en la Universidad de Columbia en 1942.
Cuando era niño, Baruj Benacerraf faltaba a menudo a la escuela porque tenía asma. En años posteriores, atribuyó a su enfermedad el despertar de su interés por la inmunología y el haberlo motivado a convertirse en un gran innovador de la inmunología moderna. Benacerraf creía que la hipersensibilidad desempeñaba un papel importante en el motivo por el que algunas sustancias irritan a algunas personas pero no a otras.
Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología en 1980 por descubrir que los factores genéticos desempeñan un papel central en el funcionamiento del sistema inmunológico.
Compartió el premio con Jean Dausset de la Universidad de París y George Snell del Laboratorio Jackson, en Maine.
Sus descubrimientos se centraron en por qué algunas personas pueden defenderse mejor que otras contra las infecciones y por qué ciertas personas tienen mayor riesgo que otras de contraer esclerosis múltiple, lupus y otras enfermedades autoinmunes, cuando el sistema inmunológico del cuerpo ataca sus tejidos.
El trabajo ayudó a explicar procesos básicos de enfermedades como la infección, los trastornos autoinmunes y el cáncer y le dio forma a la investigación sobre trasplantes de órganos, tratamiento del VIH/SIDA y el desarrollo de vacunas terapéuticas contra el cáncer.
Pasó gran parte de su carrera en Boston como profesor en la Facultad de Medicina de Harvard de 1970 a 1991 y como director de Dana-Farber. Benacerraf era famoso por hacer malabarismos con sus responsabilidades como científico y administrador: supervisar la investigación, recaudar dinero y reconocer y atraer talentos.
Una enfermedad infantil, el asma, fue el catalizador de un brillante trabajo clínico y del legado duradero de este increíble venezolano. Dejó una cátedra Baruj Benacerraf en la Facultad de Medicina de Harvard. Las cátedras subvencionadas son el honor más alto que una universidad puede otorgarle a un profesor.
Por Susanne Ramírez de Arellano
Susanne Ramírez de Arellano es una escritora y crítica cultural que fue periodista, productora de televisión y directora de noticias. Vive entre San Juan y Nueva York y actualmente está haciendo su primer intento de escribir una novela.