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El pirata Roberto Cofresí Ramírez de Arellano fue el mayor forajido del Caribe y es considerado el último gran pirata que navegó por esas aguas.
Cofresí y su tripulación de quince hombres navegaron a bordo de su goleta Ana y aterrorizaron a los barcos extranjeros en el Caribe y Atlántico. Increíblemente, este es un nombre que la gente dice siglos después que fue el pirata puertorriqueño por excelencia.
Cofresí, más allá de mitos y leyendas
Son muchos los mitos y leyendas que rodean a Cofresí. ¿Era el terror de los mares o el benefactor de los pobres? Sin embargo, lo que sí sabemos es que era legendario como el Robin Hood del Caribe: robaba a los ricos para dárselo a los pobres; también fue partidario de la “Gran Colombia” de Bolívar.
Nacido en Cabo Rojo, Puerto Rico, en 1791, fue hijo de Franz von Kupferschein, un aristócrata millonario de Austria, y María Germana Ramírez de Arellano, originaria de Cabo Rojo. Era el menor de cuatro hermanos; tenía una hermana llamada Juana y dos hermanos, Juan Francisco y Juan Ignacio.
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Aunque Cofresí nació en una familia noble, su hogar era pobre. Las dificultades políticas y económicas que enfrentó la isla como colonia del reino español durante las guerras de independencia latinoamericanas resultaron ser un desafío para su familia. Recuerda que Puerto Rico todavía era una colonia española y un área estratégica militar importante, especialmente para quienes navegaban del Nuevo Mundo al Viejo Mundo.
Barcos cargados de oro y joyas navegaban por el Caribe, por lo que la piratería en alta mar estaba a la orden del día.
La vida de un pirata
En 1818, Cofresí empezó su vida de pirata junto con su tripulación, un grupo de amigos y familiares. Robó y saqueó a los ricos y compartió su botín con los pobres. Solo atacó barcos estadounidenses, franceses e ingleses y fue anunciado como un héroe. Ten en cuenta que la población local lo escondía de las autoridades estadounidenses y españolas.
Se dice que Cofresí era altivo y arrogante. Después de todo, tenía sangre aristocrática, pero era más un hombre moldeado por su época, cuando los cambios políticos en España afectaron la estabilidad de Puerto Rico. Los europeos y estadounidenses –refugiados de las colonias– comenzaron a llegar y alteraron el entorno económico y político del archipiélago.
A pesar de ser amado por los lugareños, hay otras afirmaciones más nefastas sobre él: hay quienes dicen, por ejemplo, que le vendió su alma al diablo para adquirir superpoderes, como invisibilidad y fuerza para él y su tripulación. Tonterías, seguramente.
Siempre se mantuvo fiel a sí mismo
En 1825 fue capturado y ejecutado por un pelotón de fusilamiento. Fiel a su reputación, rechazó que le vendaran los ojos antes de su ejecución. Supuestamente, sus últimas palabras fueron: “He matado a cientos con mis propias manos y sé cómo morir. ¡Fuego!”.
Así, la leyenda y todas sus historias siguen vivas. Lo que está claro es que a Puerto Rico le vendría bien un Cofresí ahora mismo.
Por Susanne Ramírez de Arellano
Susanne Ramírez de Arellano es una escritora y crítica cultural que fue periodista, productora de televisión y directora de noticias. Vive entre San Juan y Nueva York y actualmente está haciendo su primer intento de escribir una novela.