Crédito: Nuestro Stories
Cuando aceptó el Premio Nobel de Literatura en 1982, el novelista colombiano Gabriel García Márquez describió su escritura –el realismo mágico– como un género que no había inventado, aunque era uno de sus más entusiastas devotos. Los elementos siempre habían estado ahí en la literatura y la vida de América Latina; simplemente los iluminó con poder y arte.
Lee más: Estos latinos cambiaron para siempre la historia de la aviación
García Márquez le dio un nombre al realismo mágico: Macondo.
“Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y sinvergüenzas, todas criaturas de esa realidad desenfrenada, hemos tenido que pedir poco a la imaginación. Nuestro problema crucial ha sido la falta de medios convencionales para hacer nuestras vidas creíbles”, dijo en su discurso de aceptación.
El nacimiento del realismo mágico
Lo que García Márquez quiso decir es que la región es la inspiración del realismo mágico. El género nació de la historia de dictadores y revolucionarios, colonialismo y esclavitud, calor, hambre y violencia de América Latina y el Caribe.
El realismo mágico –o “lo real maravilloso”– incorpora elementos fantásticos o míticos a la ficción realista. En el realismo mágico, el mundo real tiene un trasfondo de lo sobrenatural y lo mágico.
América Latina y el Caribe es el lugar donde la línea entre magia y realidad se desdibuja. Pero no se trata solo de abrazar lo absurdo de América Latina; también se trata de celebrar lo que hace que la región sea singular.
El término fue introducido por primera vez en 1925 por el crítico alemán Franz Roh, en referencia a las pinturas postexpresionistas alemanas. El novelista italiano Massimo Bontempelli lo usó por primera vez para describir la literatura (con distintos significados) en 1927. Estaba describiendo la ficción modernista.
La influencia de la literatura latinoamericana
El realismo mágico se hizo popular en todo el mundo durante el “periodo de auge” de 1962-1967, cuando la literatura latinoamericana despegó a nivel internacional. Durante las décadas de 1960 y 1970, América Latina atravesó un periodo de agitación política y la violencia sacudió la región, principalmente debido a las estrategias diplomáticas creadas por la Guerra Fría.
Así explicó el realismo mágico el escritor cubano Alejo Carpentier, otro escritor del género:
“Lo fantástico es inherente a las realidades naturales y humanas del tiempo y el lugar, donde existen yuxtaposiciones improbables y mezclas maravillosas en virtud de la variada historia, geografía, demografía y política de América Latina, no por manifestación”.
La obra maestra de García Márquez, Cien años de soledad, es una pieza ejemplar de realismo mágico. Si lo dudas, esta pizca de lo que contiene debería ser prueba suficiente.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”.
Para quienes tenemos la suerte de haber nacido en la región, el realismo mágico es el pan de cada día. Es nuestra forma de vida.
https://draft.nuestrostories.com//wp-content/uploads/2022/06/Susanne-182
Por Susanne Ramírez de Arellano
Susanne Ramírez de Arellano es una escritora y crítica cultural que fue periodista, productora de televisión y directora de noticias. Vive entre San Juan y Nueva York y actualmente está haciendo su primer intento de escribir una novela.