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La amistad de 40 años entre dos grandes intelectuales y los escritores más famosos de Argentina, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, fue única. Fue cultivada (junto con una sociedad literaria inusual) por el amor a la literatura y la diferencia en sus estilos de escritura, y cómo esas diferencias se influenciaban entre sí.
Bioy y Borges, considerados dos de los mejores escritores argentinos, se conocieron en 1932 en Villa Ocampo, una casa en las afueras de la capital perteneciente a Victoria Ocampo, escritora e intelectual argentina. Los dos escritores se separaron del resto de los invitados y abandonaron la tertulia, regresando juntos a Buenos Aires.
El viaje selló una amistad que duró toda su vida y comenzó en un momento en que los autores estaban madurando en su oficio, una intensa amistad formada entre los dos gigantes literarios, incluso con la diferencia de edad. Borges era 15 años mayor que Bioy.
Una influencia mutua
Bioy dijo que las conversaciones con Borges lo inspiraron a escribir con sencillez y con “una imaginación razonada”. Borges afirmó que el ejemplo de Bioy lo llevó a una forma de clasicismo: transformar su obra en un mundo familiar pero remoto.
La literatura era su territorio compartido, el terreno que alimentaba su amistad. La “literatura fantástica” era dominio de Bioy Caseres, un término francés para un género literario y cinematográfico que se superpone con la ciencia ficción ,el terror y la fantasía. Borges fue uno de los padres del realismo mágico, una interacción de realidad y fantasía popular en la literatura latinoamericana.
Bajo los seudónimos de H. Bustos Domecq y Benito Suárez Lynch, los dos se unieron para escribir cuentos: Seis problemas para don Isidro Parodi, Dos fantasías memorables, Un modelo para la muerte; guiones: Los orilleros, Invasión; y ficción fantástica: Antología de la literatura fantástica, Cuentos breves y extraordinarios.
Los dos hombres también compartían el amor por la ficción policial. Entonces, en 1945, lanzaron El séptimo círculo, una colección de novelas policíacas traducidas del inglés. Respetaron lo logrado en una historia policial y quisieron llevar el género a la Argentina. Y a ambos les encantó la versión británica: la mayoría de los libros que tradujeron estaban originalmente en inglés.
Seis problemas para don Isidro Parodi fue su intento de escribir juntos una novela policíaca.
Durante 40 años, Borges cenó en casa de Bioy, el autor de la novela fantástica La invención de Morel, a veces varias veces por semana. Esas noches estuvieron llenas de conversaciones en la mesa, y de esas conversaciones surgió el libro Borges, de Bioy. Así que aquí encontramos a Borges “riéndose de cosas que respetaba, hablando como un amigo íntimo”.
Cuando Bioy descubrió que su amigo había fallecido en Ginebra, escribió: “Pasé por el quiosco. Fui a otro en De Callao y Quinata, sintiendo que esos eran mis primeros pasos en un mundo sin Borges. Aunque últimamente no lo había visto mucho, no había perdido la costumbre de pensar: tengo que contarle esto. Le gustará. Pensará que es una estupidez”.
Una amistad de por vida que sobrevivió a la muerte.
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Por Susanne Ramírez de Arellano
Susanne Ramírez de Arellano es escritora y crítica cultural. Ex periodista, productora de televisión y directora de noticias. Vive entre San Juan y Nueva York.