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Nacida en Santa Fe, Nuevo México, con una madre y una abuela que la alentaron a comprender el mundo que la rodeaba y con un tío químico que reforzó su deseo de crear sus propios mundos, no es de extrañar que Lydia Villa-Komaroff se convirtiera en una superheroína, del tipo que salva vidas, crea insulina y gana premios.
Con un temprano amor por la naturaleza, la ciencia y una comprensión general de cómo funcionaban las cosas, Lydia se mantuvo atenta a los libros y se graduó de la preparatoria en Santa Fe antes de mudarse a Seattle para asistir a la Universidad de Washington (U of W) y seguir los pasos de su tío como química. Fue allí en donde le dijeron por primera vez que la química no era un lugar para mujeres. Se desanimó tanto que cambió su especialidad a biología. De la U of W pasó a MIT para continuar sus estudios y de MIT pasó a Harvard.
Mientras estaba en Harvard, Lydia se encontró trabajando por primera vez en un equipo de científicos que llevaban a cabo una investigación que terminaría logrando un avance histórico, lo que a su vez dejaría un impacto duradero en el avance del tratamiento de la diabetes, una enfermedad que a menudo se asocia con los latinos. Lydia fue una miembro clave y descubrió cómo se podía inducir a las bacterias a producir insulina, un hito en el desarrollo de la industria biotecnológica.
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La insulina, que normalmente es una sustancia producida naturalmente en el cuerpo humano, se usa para ayudar a regular los niveles de azúcar en la sangre, además de almacenar glucosa en el hígado, los músculos y la grasa y regular el metabolismo. Cuando aparece la diabetes, el cuerpo no puede producir la insulina necesaria. Si no se trata, puede provocar cetoacidosis, un estado en el que la sangre se vuelve como un ácido para el cuerpo, lo que puede provocar que los órganos fallen y que el cuerpo inevitablemente se apague.
A través de su descubrimiento, permitió que cambiara la producción masiva de insulina, brindando más acceso al medicamento a mayor escala. Además de sus logros científicos, Lydia también ha luchado por la equidad en los campos de las ciencias y la investigación. Es miembro cofundadora de la Sociedad para el Avance de los Chicanos y los Nativos Americanos en la Ciencia (SACNAS), que se estableció no solo para luchar por la equidad en la industria, sino también para ofrecer a los estudiantes chicanos e indígenas un lugar eb donde alimentar sus deseos en lugar de frustrarlos (como le ocurrió a ella cuando ingresó por primera vez a la universidad).
Por fortuna.
Por Liv Styler
Olivia Monahan es una periodista, editora, educadora y organizadora chicana en Sacramento cuyo único objetivo es arrojar luz sobre historias de nuestras comunidades más impactadas y marginadas, pero, aún más importante, que esas historias humanicen a quienes normalmente quedan excluidos. Es finalista de la Beca Ida B Wells de periodismo de investigación 2022, miembro de Parenting Journalists Society y ha publicado en The Courier, The Sacramento Bee, The Americano y Submerge Magazine, entre otros.