Imagen cortesía de Nuestro Stories
Era el verano de 2008, y Ángela Guzmán, una joven colombiana, estaba a un año de terminar su Maestría en Diseño Gráfico en la prestigiosa Escuela de Diseño de Rhode Island (RISD) y había conseguido una pasantía en Apple con el equipo de diseño que creó el iPhone.
No sabía que el equipo y el mentor con el que trabajaría iban a cambiar su vida.
Eso la convirtió en una estrella de los emojis.
Llevando los emojis a un nuevo universo digital
Los emojis han existido desde la década de 1990 (pensemos en Shigetaka Kurita, quien diseñó el primer emoji), pero aún no eran una parte esencial de nuestra conversación digital diaria. Guzmán y su mentor en Apple, Raymond Sepúlveda, cambiarían eso.
“Todavía estaba tratando de darle sentido a la tarea que acababa de recibir cuando alguien me preguntó si sabía qué era un emoji”, escribió Guzmán en una publicación de Medium. “Yo no lo sabía y, en ese momento, tampoco la mayoría del mundo de habla inglesa. Respondí que no”.
Pronto aprendió lo que significaba la palabra: un acrónimo japonés de dos palabras: “e”, que significa imagen, y “moji”, que representa un personaje.
Sepúlveda le enseñó a hacer los emojis al estilo de Apple. Guzmán empezó creando el anillo de compromiso. Fue un desafío porque las texturas eran de metal y gemas en facetas. “Solo el anillo de metal me llevó un día entero”, escribió.
Imagen cortesía de Ángela Guzmán
Sepúlveda era un excelente diseñador, uno de los mejores en la actividad. Fue mentor de Guzmán durante todo el proceso. Durante los siguientes tres meses, Guzmán y Sepúlveda darían vida a algunos de nuestros emojis favoritos: una cara con lágrimas de alegría, un mojón de excremento y un corazón rojo. Compartirían oficina y se convertirían en mejores amigos.
“Sin embargo, muy pronto pude hacer dos al día, luego tres, y así sucesivamente. Independientemente de lo rápido que pudiera fabricar uno, comprobaba constantemente los detalles: la dirección de la veta de la madera, cómo aparecían las pecas en las manzanas y berenjenas, cómo corrían las venas de las hojas en un hibisco, cómo se cosía el cuero en una pelota de football, los detalles eran interminables”, escribió.
Cada detalle importaba y algunos incluso fueron reutilizables. Por ejemplo, Sepúlveda usó su mojón de excremento feliz como la parte superior del cono de helado. ¡Apuesto a que ninguno de nosotros lo sabía!
La dama del vestido rojo, o la bailarina de salsa, posando con un vestido rojo con volantes es probablemente el emoji más famoso de Guzmán y Sepúlveda y uno de los más difíciles. Ambos lo dejaron hasta el final de la pasantía de Guzmán.
“Puedes agradecerle a su vestido con volantes por eso y a Raymond por el resultado final. Se inspiró en la paleta de colores y las proporciones de un vestido que mi hermana había creado en la vida real ese mismo año”, escribió Guzmán.
El emoji se convirtió en un meme de internet y se popularizó cuando Zendaya lució un look similar para los Globos de Oro de 2016. Y es un elemento básico en el vocabulario digital de muchas latinas.
La pasantía fue solo el comienzo de una carrera fantástica. Guzmán es ahora una emprendedora y líder de diseño UX galardonada de Silicon Valley y todavía es amiga de Sepúlveda.
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